Antes de despuntar el nuevo año 2018 entrevisté al Cardenal Rouco Varela extensamnte y en exclusiva en su casa. La entrevista completa puede leerse en dos partes publicada en la prensa digital española, aquí y aquí. En esta entrada de hoy me centro en el derecho de los padres a escoger la educación de sus hijos. La batalla de la formación: el inicio de la educación católica Jordi Picazo -En una entrevista en abril de 2016 me explicaba el Padre Friedrich Bechina, actual subsecretario de la Congregación Vaticana para la Educación Católica -de la que Usted también fue miembro-, que la Universidad Católica será tal vez el único sitio que nos quedará para defender la Verdad? Cardenal Antonio María Rouco -La respuesta de la Iglesia en un momento dado de organización de la enseñanza en los Estados fue: “tenemos que abrir caminos propios para que no se separe el proceso de educación en la fe, que nace en la familia cristiana”, de la vida cotidiana; así la educación en la fe se desarrolla en la comunidad cristiana, en la parroquia etcétera, y no se quiere que abandone la escuela, los nuevos lugares donde el Estado organiza la educación de las nuevas generaciones: en todas las fases desde la infantil hasta la universitaria. Y este es el contexto del nacimiento mismo de la enseñanza católica, que es el resultado histórico de lo que puede llamarse el apoderamiento por parte del Estado de todo el sistema educativo. Tiene lugar este nacimiento a lo largo de los siglos XIX y XX acompañado de un trasfondo de principios sobre el hombre y la comprensión de la verdad muy marcados por el laicismo, por la negación de Dios o por la ignorancia de Dios. El contexto en el que se cultive el conocimiento de la verdad como tal no es exactamente el primer imperativo práctico y político. Sin embargo si a los niños desde los 8 o 9 años, o antes, los alejas tantas horas de su vida diaria, de su semana, de su año, en un contexto de enseñanza y de educación donde Dios no está presente, donde la concepción y la visión del hombre prescinde de su dimensión trascendente, donde la esperanza se vive a pequeños sorbos y nunca como el gran Aliento que ilumina el camino del hombre más allá de la muerte; los alejas decía del conocimiento y el cultivo de la fe. Es entonces cuando la Iglesia reacciona. Primero por esta razón, pero también por otra. También por otra razón reacciona la Iglesia, porque curiosamente este proceso de estatalización de la enseñanza quiere ser un camino que abarca a todos, se quiere que todos tengan acceso a la lectura, a las primeras letras. De hecho ese proceso no se da completamente y hay un proceso de injusticia social en todo ese mundo de la organización de la enseñanza en los siglos XIX y XX. Muchos quedan fuera, no digamos ya en países de lo que conocemos por tercer mundo sino que también quedan marginados en las propias sociedades occidentales. Y ese es un impulso que hace nacer en la Iglesia toda una familia de congregaciones religiosas masculinas y femeninas que completan a las que nacen en el siglo XVI, sobre todo la Compañía de Jesús: de una manera muy singular la Compañía de Jesús. Estas circunstancias la llevan así a abrir un mundo institucional con reconocimientos civiles más o menos fáciles, más o menos difíciles, más o menos positivos, muchas veces negativos: el mundo primero de la escuela católica, del Liceo Católico, y luego de la Universidad Católica. Es un proceso que tiene su momento de máximo interés, de frescura, su momento yo diría de oro entre el último tercio del siglo XIX y el Concilio Vaticano II. Es en la segunda mitad del siglo XIX por ejemplo cuando surgen los Salesianos. Si ahora este proceso se encuentra en una situación tan complicada se debe más a factores internos de la Iglesia que a dificultades puestas por los ordenamientos civiles. “Nunca hemos tenido un marco internacional jurídico tan favorable a la existencia de escuelas católicas como ahora” Cardenal AM Rouco -“Nunca hemos tenido un marco internacional jurídico tan favorable a la existencia de escuelas católicas como ahora”.Más aún, nunca hemos tenido un marco internacional jurídico tan favorable a la existencia de escuelas católicas de todas las órdenes como ahora. Jordi Picazo -¡No me diga! Bueno, le creo, Usted tiene un doctorado en relaciones Iglesia – Estado. Cardenal AM Rouco -Lo que oye. Lo que iba a ser el proyecto de Constitución Europea está marcado por el reconocimiento de que el Estado no es el dueño de la educación. Y que hay que dejar también a la sociedad abrirse caminos educativos, a la iglesia, a las iglesias. Y eso lo encontramos también en la Constitución Española. Artículo 27 de la Constitución Española: sobre la libertad de enseñanzaHay que reclamar lo que dice el artículo 27 de la Constitución Española donde se afirma el derecho a la enseñanza para todos; y el principio también de la libertad de enseñanza. Además bien interpretado este artículo 27 es muy favorable a la realidad de lo que es la relación entre Verdad y autoridad en el Estado, en favor de la libertad de enseñanza: en las sentencias del 1982 y del 1985. Puedes tener problemas un día si dicen que hay que revisar los convenios con la Santa Sede, pero problemas con la clase de religión tal como se concibe ahora, pero tampoco con la enseñanza de la religión en general en la escuela: las sentencias del Tribunal Constitucional dicen que los padres tienen derecho a que sus hijos tengan clase de religión, también en la escuela pública. Pero lo que está bien amarrado es la escuela concertada, es que el Estado tiene la obligación de garantizar su financiación de manera que los alumnos de la escuela concertada no queden discriminados con respecto a las escuelas de los alumnos del Estado.
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