- GÉNERO Y SEXO El Dr. Jouve catedrático de Genética analiza el importante estudio de 'The New Atlantis' y desde el punto de vista científico afirma que "la respuesta a la pregunta sobre si existe una tendencia innata, genéticamente condicionada, de la orientación sexual, es que no". FUENTE: CORDINADORA NACIONAL PRO FAMILIA conapfam.pe Si bien en su biología cada individuo humano desarrolla sus rasgos de acuerdo con la constitución genética que posee desde la fertilización de un óvulo con un espermatozoide, no puede decirse lo mismo en lo que atañe al desarrollo de su comportamiento o de su personalidad, entendida como el conjunto de cualidades que constituyen y distinguen a cada persona. Aquí, se añaden elementos no genéticos, adquiridos por medio de la educación y el entorno ambiental y en los que interviene la voluntad y demás cualidades del espíritu de cada individuo. Mientras que los genes se heredan, la personalidad se construye. Decíamos en un artículo anterior que un ser humano no es una máquina que responde de forma automática a través del instinto, componente principal de la conducta animal. No tenemos una inteligencia concreta, sino racional, capaz de discernir, reflexionar y decidir. Por ello, la personalidad se labra, como consecuencia de las influencias externas, los deseos, las decisiones y el esfuerzo personal. En la medida en que es fruto de la voluntad, la personalidad se convierte en algo de lo que se puede estar legítimamente satisfecho o insatisfecho, de lo que se puede estar orgulloso o no. Pero hay una contradicción entre el hecho de enorgullecerse de una determinada forma de ser o estar en la vida, elegida libremente, como una “opción” y tratar de sostener al mismo tiempo que la tendencia elegida no es algo sobre lo que se decide o se opta, sino que está determinada genéticamente. No pueden ser las dos cosas a la vez. O se hereda o se adquiere. El psiquiatra americano más importante de mitad del siglo pasado, Paul R. McHugh, y el médico psiquiatra y epidemiólogo, Lawrence S. Mayer, acaban de publicar un extenso informe titulado “Sexualidad y género. Conclusiones de la Biología, la Psicología y las Ciencias Sociales” en el último número de la revista de tecnología y sociedad The New Atlantis [1]. Se trata del estudio más completo sobre el asunto en el que se analizan todos los datos de las ciencias biológicas, psicológicas, y sociales. Este informe demuestra que algunas de las afirmaciones más frecuentemente oídas sobre sexualidad y género carecen por completo de evidencia científica. En el mismo señalan que la orientación sexual y la identidad de género se resisten a cualquier explicación teórica simplista. El informe revela índices más altos de problemas de salud mental entre las muestras de poblaciones de LGBT, y se pregunta sobre la base científica de tendencias en el tratamiento de los niños que no se identifican con su sexo biológico. Se dedica un gran esfuerzo para proveer a esta gente la comprensión, cuidado y apoyo necesario para el desarrollo de sus vidas de forma sana y próspera. Cada una de las conclusiones está basada en cuanta evidencia existe sobre los distintos campos de investigación de estas cuestiones, que evidentemente son pluridisciplinares, con enfoques desde la epidemiología, la genética, la endocrinología, la psiquiatría, la neurociencia, la embriología, la pediatría, la psicología o la sociología. Yo me voy a referir siquiera brevemente al aspecto genético, ya tratado in extenso en otro lugar [2] por ser el que mayor interés suscita a quien trabaja en este campo y porque pienso que tiene una especial importancia para las personas que pertenecen a estos colectivos. De haber una causa genética, nadie debería objetar sobre la orientación sexual, como no se objeta sobre una hemofilia, el daltonismo o el color de los ojos. De haber una causa genética la reversibilidad sería mucho más difícil. Una primera afirmación recogida en el informe es la de que las pruebas científicas no respaldan la visión de que la orientación sexual es una propiedad innata y biológicamente determinada del ser humano,-la idea de que los individuos “nacen así”-. Si bien hay pruebas de que los factores biológicos, como los genes y las hormonas, están asociados a la conducta y a la atracción sexual, no existen explicaciones convincentes de que la orientación sexual en los seres humanos esté determinada genéticamente. Aunque los científicos han detectado ciertas diferencias menores en la estructura y actividad cerebral entre homosexuales y heterosexuales, las diferencias neurobiológicas no aclaran si son innatas o fruto de factores ambientales y psicológicos y, más importante aún, no aclaran si son causa o efecto de las conductas humanas. A parecidas conclusiones se llega respecto a la identidad de género. En el mismo informe se señala que los estudios científicos no corroboran la hipótesis de que la identidad de género sea una propiedad innata y fija del ser humano e independiente del sexo biológico, es decir, que una persona sea “un hombre atrapado en un cuerpo de mujer” o “una mujer atrapada en un cuerpo de hombre,” como si hubiera un error en su cuerpo y sus órganos genitales. Un método de investigación determinante para evaluar si los rasgos biológicos o psicológicos tienen base genética es el estudio de gemelos idénticos. La certeza de que existe base genética para un carácter de conducta, mediante la utilización de los gemelos vendría dada por el hecho de que los gemelos monocigóticos compartiesen más a menudo el carácter bajo estudio que los dicigóticos. Estos son genotípicamente diferentes y no tienen por qué parecerse entre sí más que dos hermanos no gemelos, con la única salvedad de la posible influencia fisiológica al compartir un claustro materno común durante el embarazo. Lo que se ha hecho hasta el momento en relación con la homosexualidad es tratar de averiguar en qué medida comparten esta tendencia los gemelos genéticamente idénticos, con respecto a los dicigóticos o a los hermanos no gemelos. En este tipo de análisis se suele utilizar un parámetro denominado “heredabilidad” para determinar el peso que tiene en la expresión del carácter el genotipo frente al ambiente. Los numerosos estudios llevados a cabo por diversos autores han dado resultados dispares e incluso opuestos, probablemente debido a la arbitrariedad de la escala utilizada para clasificar el carácter, como la de Kinsey u otras, y también por el hecho, que señalan los autores del informe, de defectos de muestreo, por su escasez o la selección de sujetos “a conveniencia” de lo que se desea demostrar. Si bien las estimaciones de concordancia parecen un tanto elevadas en algunos de los estudios, los intervalos de confianza son tan amplios que resulta difícil juzgar la fiabilidad, y la heredabilidad de las estimaciones, e incluso su replicabilidad. De modo que por aquí no hay evidencia válida y convincente. Otra forma de abordar el problema de la base genética de la orientación sexual es la búsqueda directa de genes, o secuencias de ADN que diferencien a los grupos de individuos homosexuales frente a los heterosexuales. En la etapa de la genómica, el problema se ciñe a la búsqueda de los llamados “marcadores moleculares”. Se trata de diferencias en las secuencias del ADN en un gen o una región concreta del genoma. Tras la culminación del Proyecto Genoma Humano en Abril de 2003, se ha abierto todo un mundo de posibilidades para este tipo de análisis, que ofrecen una gran objetividad y valor diagnóstico, aplicado ya para muchos caracteres humanos. En 1993, el Dr. Dean Hamer y sus colaboradores del Instituto Nacional del Cáncer de Bethesda (Maryland) se plantearon hacer una búsqueda de marcadores moleculares específicos de varones homosexuales localizados en el cromosoma X [3]. Hamer y su equipo desarrollaron un análisis de ligamiento para determinar si había algún marcador del cromosoma X que se heredaba con una proporción superior al azar en asociación con la tendencia homosexual. The New York Times publicó la existencia de un “gen gay” basándose en un estudio de Dean HamerEn su trabajo señalaron que había cinco marcadores pertenecientes a la región Xq28 (región próxima al extremo del brazo largo del cromosoma X) que segregaban conjuntamente con la orientación homosexual en 33 de los 40 pares de hermanos analizados. A raíz de este descubrimiento, en diciembre de 1994 The New York Times divulgaba en primera plana el descubrimiento del “gen gay”. Sin embargo, la existencia de 7 pares de hermanos homosexuales en los que no se daba el ligamiento entre los marcadores de la región Xq28 y la homosexualidad ponía en entredicho las conclusiones. Desde el primer momento empezaron a llover las críticas. El Dr. George Risch, un investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, pionero del método de los marcadores moleculares utilizado por Hamer, declaró que: “ninguno de sus resultados son estadísticamente relevantes”. De ser cierta la existencia de una región del genoma implicada en la orientación sexual, dada la objetividad de los marcadores moleculares, se hubiera corroborado por otros autores en estudios posteriores. No ha sido así, los intentos de replicar ese influyente estudio han dado resultados dispares. El Dr. George Rice y sus colaboradores, profesores de neurología de la Universidad de Ontario, registraron familias con más de un miembro homosexual, referidas a más de 400 genealogías y concluyeron que no existe ningún soporte experimental que demuestre la idea de que la homosexualidad masculina se encuentre asociada a marcadores de la región Xq28 del cromosoma X [4]. Más recientemente, en 2015, Alan R. Sanders y sus colegas lograron llegar a los mismos resultados originales de Hamer pero, dado que el efecto era escaso, el marcador genético no mostró ser un buen predictor de la orientación sexual [5]. Para terminar y dejando por tratar muchos otros aspectos incluidos en el excelente informe de los Dres. McHug y Mayer, la respuesta a la pregunta sobre si existe una tendencia innata, genéticamente condicionada, de la orientación sexual, es que no. Serán otras las explicaciones. De acuerdo con la psiquiatría, los motivos hay que buscarlos en razones psico-biográficas: inadecuada educación por parte de los padres, carencia del rol educador del padre o de la madre, soledad, tristeza, falta de autoestima y auto-aceptación personal, rechazo de los compañeros de escuela, desconfianza, miedo, maltrato sexual en la infancia y en la adolescencia, narcisismo, fobia social, falta de identificación con el propio sexo, etc. Personalmente creo que el que no existan evidencias de carácter genético en este tipo de rasgos del comportamiento humano no es una mala noticia. Quienes se sientan orgullosos de ser como son siempre podrán seguir en ello, pero para otros, para muchos homosexuales que no se sienten orgullosos de serlo, o incluso confiesan que es un tormento para ellos, queda abierta la esperanza de cambiar. Pero en cualquier caso, no pueden ser las dos cosas… La orientación sexual no se hereda, se adquiere. [1] Mayer, L.S., McHugh, P.R. (2016). “Sexualidad y género. Conclusiones de la Biología, la Psicología y las Ciencias Sociales”. The New Atlantis, 50 (Otoño 2016) [2] Jouve, N. (2015). “Nuestros genes. Mitos y certezas sobre la herencia genética en el hombre”. Editorial Digital Reasons. Madrid. [3] Hamer, D., Hu, S, Magnuson, V.L., Hu, N., Pattatucci, A.M.L. (1993). “A linkage between DNA markers on the X chromosome and male sexual orientation”. Science 261:320-326 [4] George Rice y col. (1999). “Male Homosexuality: Absence of Linkage to Microsatellite Markers at Xq28”. Science 284, no. 5414: 665–667 [5] Alan R. Sanders et al., (2015): “Genome-wide scan demonstrates significant linkage for male sexual orientation”. Psychological Medicine 45, no. 07 1379–1388. |
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